Preparada a a base de la uva, el pisco es una bebida alcohólica que se originó en el Perú en el siglo XVI. Según Inca Garcilaso de la Vega, el Marqués Francisco de Caravantes trajo las primeras cepas al Perú, a fin de surtir de vino en las misas para la celebración de actos litúrgicos. Las parras se aclimataron muy bien y tanto Ica como Moquegua se convirtieron en importantes centros de producción de vino y pisco. En 1630 se exportaba a Centroamérica y hacia 1791 se vendía en Valparaíso, Valdivia y Concepción. Siguiendo la ruta de la intendencia de Arequipa, también se comercializaba en el virreinato de Buenos Aires. Entre 1700 y 1800 ya se exportaba a Europa y Norteamérica.
Además de los mencionados, existen otros testimonios fehacientes que acreditan que el pisco es peruano. En su esclarecedor libro “Peruanidad del Pisco”, César
Ángeles Caballero sostiene que es la historicidad del término pisco la prueba más contundente para demostrar la peruanidad del pisco. Para el caso se vale de cuatro cauces: el étnico, una casta de alfareros llamados los piskos que fabricaban recipientes en forma de conos, que en el virreinato se utilizaban para guardar y conservar el pisco, elaborado en el valle de Ica; el zoológico, por la existencia de unas aves pequeñas designadas con el vocablo de piskos en la zona actual de Pisco, desde los tiempos anteriores a la cultura Paracas, por tanto se trata de un término quechua; el toponímico, por la designación de Pisco al puerto y ciudad que lleva este nombre; y el industrial, por la denominación de la botija con el nombre de pisco de uva, y por conservarse en tal recipiente recibió el nombre de pisco de aguardiente de uva fabricado en Pisco e Ica.